La herpetofauna (anfibios y
reptiles) se encuentra en un escenario actual de declive planetario como
consecuencia de diversos factores, entre los que destacan las especies exóticas
invasoras, el cambio climático, las enfermedades emergentes y la pérdida de hábitat.
En relación a esto último, la contaminación acuática se presenta como uno de
los grandes problemas. La actividad humana genera un sinfín de residuos
químicos, que en muchas ocasiones alcanzan los puntos de agua. Hablamos de plaguicidas (insecticidas y rodenticidas son los que
presentan un mayor riesgo de intoxicación para la herpetofauna), subproductos
de desinfectantes, contaminantes orgánicos persistentes (POPs), metales pesados
y metaloides, contaminantes emergentes (fármacos, hormonas, cosméticos…), etc.
Todas estas sustancias presentan una elevada toxicidad para los anfibios y los
reptiles acuáticos y pueden actuar como disruptores endocrinos en
concentraciones químicas muy bajas, incluso en niveles menores de partes por
billón. Sin embargo todo esto no se suele tener en cuenta a la hora de valorar
los riesgos ambientales derivados del uso de estas sustancias, como pone de
manifiesto el reciente estudio de Ortiz-Santaliestra y colaboradores (2017).
A pesar de que la contaminación química se reconoce como uno de los principales factores de amenaza para la herpetofauna, existe un gran déficit de información al respecto. Habitualmente se considera que la evaluación de los potenciales efectos sobre anfibios y reptiles está cubierta mediante peces, mamíferos y aves. Pero realmente no es así, como pone de manifiesto el citado artículo, el cual constituye una concienzuda revisión de la información toxicológica disponible actualmente sobre anfibios y reptiles. Los resultados de este estudio sugieren que los datos de toxicidad generados por los peces (la trucha arcoíris es la especie más utilizada) son aceptablemente extrapolables al caso de los anfibios, aunque con matices. Sin embargo, las aves y los mamíferos no son para nada sustitutos adecuados. Aproximadamente en el 30% de los casos los anfibios y los reptiles resultan ser más sensibles que las aves y los mamíferos. El estudio también aporta datos sobre las etapas de vida más delicadas, que en el caso de los anfibios resultan ser las fases larvarias.
A pesar de que la contaminación química se reconoce como uno de los principales factores de amenaza para la herpetofauna, existe un gran déficit de información al respecto. Habitualmente se considera que la evaluación de los potenciales efectos sobre anfibios y reptiles está cubierta mediante peces, mamíferos y aves. Pero realmente no es así, como pone de manifiesto el citado artículo, el cual constituye una concienzuda revisión de la información toxicológica disponible actualmente sobre anfibios y reptiles. Los resultados de este estudio sugieren que los datos de toxicidad generados por los peces (la trucha arcoíris es la especie más utilizada) son aceptablemente extrapolables al caso de los anfibios, aunque con matices. Sin embargo, las aves y los mamíferos no son para nada sustitutos adecuados. Aproximadamente en el 30% de los casos los anfibios y los reptiles resultan ser más sensibles que las aves y los mamíferos. El estudio también aporta datos sobre las etapas de vida más delicadas, que en el caso de los anfibios resultan ser las fases larvarias.
El galápago europeo, en concreto, presenta una gran susceptibilidad
ante pequeñas modificaciones del medio donde habita, como pueden ser una
presencia humana creciente o vertidos ocasionales que modifiquen las
características del agua. En general, los factores de estrés ambiental tienen
un gran impacto sobre la respuesta inmune de los reptiles, siendo la causa de
muchas de las enfermedades encontradas en las poblaciones naturales. En
concreto, la contaminación del agua aparece como un factor fundamental en la
patogénesis de las enfermedades de piel y caparazón de las tortugas
dulciacuícolas.
En el medio natural, la sensibilidad de los reptiles a la
contaminación está condicionada por multitud de factores. Lo más habitual es
que los niveles de contaminación presentes en el medio se asocien con efectos
subletales sobre los organismos, ya que éstos deben invertir parte de su
energía en metabolizar el contaminante para eliminarlo o acumularlo, a expensas
de comprometer otras funciones biológicas. Pero, debido a su longevidad,
adaptaciones fisiológicas y hábitos carnívoros, el galápago europeo es una
especie potencialmente sensible a los procesos de bioacumulación y
biomagnificación, exponiéndose a los contaminantes por diversas vías: dérmica, oral,
in ovo y por transferencia materna.
Algunas poblaciones madrileñas de galápago europeo no escapan
a este conflicto, como ha podido comprobar GREFA. La contaminación acuática es
especialmente grave en aquellas poblaciones que acumulan otros factores de amenaza, como
el aislamiento geográfico. En este caso, la pérdida de potencial
adaptativo por endogamia supone una disminución en la capacidad de respuesta
ante modificaciones ambientales como la exposición a contaminantes. La realización
de análisis de agua y/o sedimento resulta una herramienta conservacionista de
gran valor en aquellos humedales donde la condición física y el estado sanitario
de los galápagos reflejan una baja calidad del agua.
Bibliografía consultada:
Fernández Allende, M. 2015. “Efecto de la presión antrópica sobre el estado de conservación de dos poblaciones de galápago europeo (Emys orbicularis) de la Sierra de Guadarrama (Comunidad de Madrid)” Trabajo Fin de Máster UCM en Biología de la Conservación (no publicado).
Ortiz-Santaliestra, M.E. & Egea-Serrano, A. 2013. "Análisis del impacto de la contaminación química sobre la herpetofauna:
desafíos y aplicaciones prácticas". Bol. Asoc. Herpetol. Esp. 24: 2-34.
Ortiz-Santaliestra, M.E., Maia, J.P., Egea-Serrano, A., Brühl,
C.A., Lopes, I. 2017. “Biological
relevance of the magnitude of effects (considering mortality, sub-lethal and
reproductive effects) observed in studies with amphibians and reptiles in view
of population level impacts on amphibians and reptiles”. EFSA Supporting
publication.
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