Los anfibios y reptiles ibéricos (especialmente
los ofidios) han sido objeto de leyendas y creencias populares no muy
favorables, algunas de las cuales todavía tienen vigencia entre los habitantes
de los pueblos. Sin duda estas historias forman parte de nuestra cultura, pero es
necesario desmitificar a los herpetos.
Creencias relacionadas
con los galápagos
El nombre gallego (Sapo-concho) y el vasco (Apoarmatu: “sapo
armado”) indican que existía la creencia de que los galápagos procedían de
bellos sapos a los que les creció un caparazón. Actualmente algunos pueblos de
nuestra geografía reciben su nombre por estos animales, como Galapagar (Madrid)
o Galápagos (Guadalajara).
Un uso tradicional de los galápagos lo encontramos en los
aljibes, por ejemplo en los del barrio de Albaicín en Granada. Para comprobar
la calidad del agua acumulada en los aljibes era común introducir galápagos,
creyendo que el agua estaba contaminada si estos morían. Si los galápagos
sobrevivían, el agua era apta para el consumo, ya que además éstos acababan con
los insectos y restos orgánicos.
Los galápagos también han sido empleados como alimento. Muchos
Monasterios albergaban “galapagueras” entre sus muros, ya que al vivir en el
medio acuático los galápagos se consideraban pescado y eran aptos para consumir
en Cuaresma o por parte de los monjes cartujos durante todo el año. Principalmente
se empleaban para preparar sopa, que también degustaban los reyes. Hoy en día aún
se pueden observar estas estructuras, por ejemplo en el Monasterio de El Paular
(Madrid) y en el Monasterio de la Cartuja de Santa María de la Defensión
(Cádiz), donde además, junto a la galapaguera, se conserva una habitación con
una gran mesa de piedra en el centro para romper los galápagos antes de
meterlos en la olla.
Otra costumbre, que aún hoy se mantiene en algunas zonas de la
Península, es la de mantener galápagos en los patios y corrales para espantar
cucarachas, ratas y ratones (práctica sin ningún tipo de base científica). O
simplemente capturarlos en su medio natural para mantenerlos como mascota.
Al igual que el resto de la fauna salvaje ibérica, los
galápagos están protegidos y no se pueden mantener en cautividad. A pesar de
esto, el expolio es una de las principales amenazas a las que se enfrenta el
galápago europeo actualmente. En GREFA hemos recuperado ejemplares adultos que
muestran taladros en el caparazón, mediante los cuales sus “propietarios” los
mantenían atados con una cadena. Resulta necesario acabar con este tipo de
prácticas y velar por uno de los
vertebrados ibéricos con mayor riesgo de extinción ¡Trabajemos juntos
por la conservación del galápago europeo!
Bibliografía consultada:
Aragón
Rebollo, T. et al. 2006. Anfibios y reptiles de la Península Ibérica
e Islas Baleares. Ediciones Jaguar. Madrid.
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