Pinceladas sobre su biología
El galápago europeo (Emys
orbicularis) es una especie de tortuga dulceacuícola, de caparazón
ligeramente abombado, oscuro con líneas o puntos amarillos. Los ejemplares
adultos presentan dimorfismo sexual en base a la talla, siendo las hembras de
mayor tamaño.
Se trata de una especie longeva de hábitos carnívoros, que
se alimenta principalmente de invertebrados. Presenta pocos depredadores en la
etapa adulta, sin embargo huevos y crías sufren tasas de depredación muy
elevadas.
Su actividad tiende a ser máxima en primavera y en otoño, descendiendo
en invierno (hibernación) y en verano (estivación), momentos en los cuales
permanecen en el fondo de la charca o enterrados entre la vegetación circundante.
Las hembras realizan la puesta en verano, con un número variable de huevos (media de 6-7 huevos). El sexo de los neonatos vendrá determinado por la
temperatura de incubación, ya que esta especie carece de cromosomas sexuales (T
pivotal: 28,5°C). Las eclosiones pueden producirse a finales de verano, pero en
algunas poblaciones los neonatos pasan el invierno en el nido y emergen en la primavera siguiente.
Diferencias morfológicas entre las crías de galápago europeo y de galápago leproso, las dos especies autóctonas de la Península Ibérica. |
Estado de conservación
Las poblaciones ibéricas de galápago europeo están sufriendo
un declive generalizado. En España se encuentra catalogado como “Vulnerable”,
aunque muchos expertos reclaman la necesidad de elevar la figura de protección.
La población ibérica (a excepción del noreste peninsular) constituye una unidad
a conservar en sí misma, de gran relevancia para preservar la diversidad
genética de la especie.
En la Comunidad de Madrid, donde GREFA está desarrollando su labor, el galápago europeo está catalogado
como “En peligro de extinción” según el Catálogo Regional. Esta figura de protección
exige la elaboración de un Plan de Recuperación por parte de la Administración,
que sin embargo no existe actualmente.
La delicada situación de esta especie se debe principalmente
a la destrucción y modificación de su hábitat. En la Comunidad de Madrid y
otras zonas de la Península Ibérica, escoge hábitats temporales de aguas
lénticas poco profundas, con abundante vegetación acuática y perimetral, tales
como prados inundados, pequeñas lagunas y charcas. A esta amenaza se añade el
expolio para la tenencia en cautividad, las especies exóticas invasoras, la
creciente presión antrópica, el aislamiento de las poblaciones y el cambio
climático.
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