En general las especies animales tratan de
adaptarse o de dispersarse ante las nuevas condiciones ambientales. La capacidad adaptativa puede determinar
la probabilidad de supervivencia de las especies y reducir sus tasas de extinción
ante el cambio climático, aunque no todas correrán con la misma suerte.
Recientemente la revista Quercus (Cuaderno
382) publicaba un interesante artículo titulado “Las pulgas de agua desarrollan
tolerancia al calor”, basándose en el estudio de un equipo belga (Geerts et al. 2015). Las pulgas de agua son pequeños
crustáceos que a menudo encontramos en charcas donde también habita el galápago
europeo.
El estudio se ha basado en dos tipos de
experimentos y ambos concluyen que la tolerancia térmica de la especie Daphnia magna frente
al calentamiento reciente de las aguas continentales puede evolucionar con notable
rapidez, ya que las pulgas incrementan el límite máximo de temperatura que
pueden soportar cuando están expuestas a mayores temperaturas.
La capacidad de respuesta de estas pulgas viene
determinada, en parte, por su variabilidad
genética, la cual les permite tener el suficiente potencial adaptativo para
responder genéticamente al calentamiento del agua.
No siempre se cuenta con la suficiente variabilidad genética
El aislamiento
geográfico es un factor que a menudo desencadena pérdidas de variabilidad
genética, como ocurre actualmente en algunas poblaciones madrileñas de galápago
europeo, que se han ido quedando aisladas por la creciente presión antrópica
(urbanizaciones, carreteras, etc.). La pérdida de variabilidad genética supone
una pérdida de potencial adaptativo, con la consiguiente disminución en la
capacidad de respuesta ante diferentes cambios ambientales (incluyendo nuevas
enfermedades, competidores y depredadores o la exposición a contaminantes
acuáticos), contribuyendo así a aumentar el riesgo de extinción local a largo
plazo.
En las poblaciones con depresión endogámica se pueden valorar
medidas de conservación tales como la introducción de ejemplares criados en
cautividad o provenientes de centros de recuperación, siempre con las
correspondientes precauciones. En cualquier caso debemos continuar recabando información acerca del estado
actual de las poblaciones madrileñas de galápago europeo, y sus factores más
relevantes de amenaza, para poder conservar a la especie de forma eficaz.
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